Horas antes de concluir la edición de este libro, la conmoción americana y mundial que ha generado la situación de 33 mineros atrapados por derrumbe en la Mina San José de la hermana República de Chile, parece reclamar un espacio-tal vez una página o muchas más- donde resuene con estridencias una nueva y ya reiterada sirena de alarma que viene alertándonos desde hace ya mucho tiempo sobre el peligro de horadar la corteza terrestre, vulnerando los secretos del subsuelo planetario en pos de riqueza.El drama de los mineros chilenos no es nada nuevo, sino una historia que ya se ha escrito desde tiempos muy remotos y que simplemente podríamos comenzar así:
Ellos fueron en busca del pan de cada día para sus hijos.
No temieron al temblor de la montaña ni al furor del tsunami.
Esperaron a que el monstruo se calmara y luego se internaron temerariamente por una de sus bocas.
Atravesaron presurosos sus gargantas con picos, palas, taladros y martillos e hirieron las entrañas mismas de un gigante que aún no había muerto.
La bestia se desplomó sobre ellos, dejándolos atrapados y sin ninguna salida.
Ellos sabían de los que entraron a otras minas y nunca volvieron.
Ellos conocían los relatos de unos pocos que lograron salir con vida.
Ellos aún viven, gracias a Dios………….. La historia continúa.
MARCELO RIVERO ha escrito dos libros sobre mineros:
De “El oro de Carolina” rescatamos los siguientes párrafos:
... “ Todos los lugares de la Tierra tienen una historia para contar, pero aquellos que guardan el brillo del oro en su entrañas atesoran una historia diferente y cobran un precio que suele ser muy elevado, a los osados aventureros que se atreven a vulnerarlas.
Sin embargo, el hombre sigue deslumbrado por el brillo del codiciado metal; quiere liberarse de sus cadenas y volar hacia la riqueza fácil. Más no se da cuenta que en su loca carrera ha pasado por encima de otra clase de oro, que no brilla tanto pero que vale más… “
Dice Don Tránsito Fernández: viejo poblador de La Carolina:
…” A unos pocos metros está la Mina de los Ingleses, que se hundió entre 1860 y 1870 quedando sepultados en ella varios mineros, entre los que se contaban chilenos, peruanos y algunos ingleses….
El fatalismo de una incursión a las profundidades de la montaña, arrastra a un hombre y a una mujer, aislándolos del resto de los expedicionarios hasta una gruta donde, por extraña paradoja, aparecen ante sus ojos las caras antagónicas, pero siempre diabólicamente asociadas: el oro y la muerte…
En esa escenografía tétrica nace un amor contenido durante muchos años por prejuicios sociales de la época, pero también emerge la dolorosa y terrible confesión de una mujer sinceramente enamorada,,, “
De La Novela de Ciencia-ficción de MARCELO RIVERO “Mineros de la galaxia”, única en su género en Argentina, publicada en 2006, extraemos los siguientes párrafos:
DEDICATORIA: “ A los mineros que ofrendaron su vida en pos de la riqueza telúrica oculta en las profundidades del Planeta Tierra”
… “A MANERA DE PRÓLOGO
John Cameron: Profesor universitario; arqueólogo y dueño de una empresa de turismo de aventura, junto a Nahuel Moulín: profesora de Geografía, escapan milagrosamente de unja mina de oro abandonada en La Carolina, Provincia de San Luis, luego de produciré un derrumbe en una de las galerías.
Condenados a permanecer en una gruta que aparentemente no tiene salida, deben compartir el tétrico recinto con los esqueletos de mineros que hacia los años de 1870 quedaron aprisionados por el hundimiento del cerro.
Como resultado de la azarosa convivencia, nace entre John y Nahuel un amorf sincero que promete, en caso de escapar con vida, la unión formal de la pareja, un hogar, hijos y otros bonitos proyectos…”
… “ CREDO GALÁCTICO
Creo que, pegados al lomo rocoso de un planeta, reímos, amamos, odiamos o lloramos, sin tener en cuenta que nos parecemos a extraños jinetes apocalípticos cabalgando sobre la cresta de una onda expansiva que no se sabe hasta dónde llegará, ni contra qué barrera chocará…”
… “Creo que, podremos gritar un anhelado ¡Aleluya! El día en que ocupen el pedestal de la gloria los hombres y mujeres dotados del saber, el amor a la humanidad y los más bellos y sanos propósitos capaces de trocar el hambre y el llanto de los niños, el dolor de los pobres y de los enfermos y la angustia de los desposeídos, en un mundo esperanzado que pueda volver a sonreír…”
… “ Creo finalmente que, si este desafío es imposible de asumir para los hombres y mujeres del presente, debemos aceptar que representamos apenas insignificantes partículas de materia, navegando a la deriva en la apabullante y aún desconocida dimensión real del Universo, donde –ya no cabe duda- hay vida inteligente.
Tal vez los seres de esos mundos atemporales y lejanos nos miren azorados, sin entender cómo:
Tanta ciencia y progreso tecnológico
Tanta intelectualidad y pensamiento constructivo
Tantos progresos y descubrimientos sensacionales de la Era Espacial
Tantas ideas y proyectos trascendentes
Tanto odio, hipocresía y mezquindad
Tanta necedad y ambición desmedida
En fin, tanta paranoia y maldad, pueden coexistir sin remordimientos en una minúscula bola planetaria…”
Marcelo Rivero
